25 de abril de 2024 12:40 PM

Senadores de la Florida rechazan el Dream Act

 Cuando los votos se contaron y el último legislador dejo la habitación, los jóvenes que usaban los birretes de graduación de papel lloraron.
Sus esperanzas de obtener una matrícula para los estudiantes indocumentados de college igual a la que pagan los residentes del estado fueron hechas pedazos — al menos por este año.

Los estudiantes en edad universitaria vinieron de diferentes partes del estado para cambiar la ley y enfrentar una Legislatura menos que amistosa. Grupo de estudiantes protesta por el Dream Act

Con la ley aún en vigencia, los estudiantes indocumentados deben continuar pagando matrículas de residentes de fuera del estado, que en este caso son tres veces mayores que las tasas para los residentes de la Florida. Las ayudas financieras son pocas.

Un par de iniciativas de ley en la Legislatura hubieran cambiado las cosas. El mes pasado, la comisión de educación superior derrotó la primera propuesta. El jueves, la segunda iniciativa murió en una votación 4-3 en la Comisión Judicial del Senado.

“Hemos sido engavetados de nuevo”, dijo Leonardo Yépez, un estudiante de 18 años del Miami Dade College. “Sin embargo, seguimos luchando. Esto no es sólo sobre nosotros. Es sobre nuestros pequeños hermanos y hermanas, y todos los niños que vendrán después de nosotros”.

Lo que pasó esta semana en Tallahassee es parte de una lucha mayor a nivel nacional para arreglar un sistema de inmigración que sus defensores dicen castiga a los niños por los actos de sus padres. Durante una década, los grupos de derechos de los inmigrantes han presionado a favor del DREAM Act (Ley de un Sueño), una propuesta federal que podría permitir a los niños indocumentados obtener una residencia permanente, ya sea al matricularse en el college o al servir en las fuerzas armadas.

El proyecto de ley ha sido cuestionado por legisladores que dicen que promueve la inmigración ilegal — y nunca se ha firmado como ley.

Aunque diferente al DREAM Act federal, las dos propuestas de la Florida fueron controvertidas desde el comienzo.
La primera buscó garantizar una matrícula estatal para los estudiantes de secundaria de la Florida que son ciudadanos estadounidenses, pero cuyos padres están ilegalmente en el país. Ese proyecto de ley, patrocinado por el senador René García, republicano por Hialeah, fue rechazado en enero pasado por la Comisión de Educación Superior del Senado.

La segunda iniciativa tenía un alcance más amplio. La misma hubiera garantizado el estatus de matrículas para residentes del estado a los estudiantes que han asistido al menos tres años a una escuela secundaria en la Florida, se han graduado de la escuela secundaria y se han registrado o matriculado en un college o universidad de la Florida — sin importar su estatus migratorio.
Se les habría requerido a los estudiantes indocumentados firmar una declaración jurada estableciendo su intención de convertirse en residentes legales.

“Todo lo que estoy tratando de hacer es recuperar la inversión que hemos hecho en estos estudiantes para que se pueden convertir en contribuyentes”, alegó el senador Gari Siplin, demócrata por Orlando, quien patrocinó el proyecto del jueves.
Los jóvenes adultos se pasaron los últimos días presionando a favor de la propuesta. Ellos se han convertido en una presencia familiar en los pasillos del capitolio, y sus birretes de graduación son difíciles de pasar por alto.
Después que la primera iniciativa falló el mes pasado, el grupo organizó varias protestas pacíficas y sostuvo conferencias de prensa con la esperanza que se oyeran sus voces.

Más de una docena vino el mes pasado a declarar a favor de la segunda iniciativa en la reunión del jueves en la Comisión Judicial del Senado.
Nanci Palacios, de 23 años, recordó su graduación de la secundaria Durant en Plant City.

Senadores en sus deliberaciones“En vez de celebrar el día de mi graduación, estaba llorando porque no sabía cómo iba a ser mi futuro”, dijo Palacios.
Yépez, quien vino de Venezuela cuando era un niño pequeño, le dijo a la comisión que sus padres temieron decirle cuál era su situación migratoria.

“Ellos tenían miedo de que me rindiera, de que tirara la toalla”, dijo Yépez con su voz quebrantada. “En ves de eso, me apliqué aún más y di todo lo que podía para que un día pudiera entrar en el college”.

El adolescente hizo su parte, dijo Yépez — pero ahora tiene problemas para pagar la matrícula de su carrera en administración de empresas.

La votación ocurrió al final de una reunión abarrotada de gente. Los testimonios tuvieron que hacerse más cortos. No hubo tiempo para el debate entre los legisladores.

Votaron a favor de la medida: el senador Oscar Braynon, demócrata por Miami; la senadora Arthenia Joyner, demócrata por Tampa; y la senadora Anitere Flores, republicana por Miami.  Votaron en contra de ella: el senador John Thrasher, republicano por St. Augustine; el senador David Simmons, republicano por Orlando; el senador Garrett Richter, republicano por Naples; y el senador Andy Gardiner, republicano por Orlando.
Cuando terminó la reunión, los estudiantes se acercaron a Simmons para saber por qué estaba en contra.
Simmons, quien aprendió por su propia cuenta a hablar en español, respondió en este idioma.

“Soy un fanático de su cultura”, dijo Simmons. “Pero no puedo votar a favor de esta iniciativa”.
Simmons explicó posteriormente en inglés que prefería tratar la reforma migratoria en una forma general, en vez de apoyar partes de una legislación.
“Esto es sólo una curita en una herida enorme”, dijo Simmons.

También dijo que tenía preocupaciones sobre el costo potencial para los colleges y universidades.
Braynon, sin embargo, quedó decepcionado con el resultado.
“Esto hubiera sido lo correcto”, dijo. “Los padres pagan impuestos para que ellos vayan a la escuela”.
Después que los legisladores se fueron, los estudiantes se reunieron en un gran círculo para reagruparse.
Algunos se abrazaron. Otros lloraron. Unos cuantos se quitaron sus birretes de graduación.

“Estamos decepcionados, pero no desmoralizados”, dijo Palacios. “No vamos a rendirnos”.
Para mediados de la tarde, los birretes anaranjados de graduación habían regresado al capitolio. Los jóvenes adultos hacían las rondas en el Senado, en busca de reunir apoyo para su batalla del año próximo. (The Herald)

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