El gobernador de la Florida, Rick Scott, ha metido en camisa de once varas al exilio cubano. Su tactica de firmar la ley FHB 959, que prohibe a empresas que tienen negocios con los Castros hacer negocios en la Florida, y en la misma Torre de la Libertad, icono maximo de nuestro exilio, ha creado un revolu facil de comprender y no me refiero en si al revolu, sino al gobernador de la Florida.
El pillo gobernador firmo la ley entre legisladores locales, estatales y federales, para luego exigir otra ley que legalice su cumplimiento. Como Poncio Pilatos se lava las manos y le deja al condado y a la ciudad de Miami la papa caliente. Obama tiene la potestad, infiere el suspicaz gobernador. Yo no voy a procesar de cargos a ninguna compania, eso le corresponde a las diferentes ciudades y condados del estado, infiere. ?Pero de que tenemos que preocuparnos para estar tan alborotados? Ya el alcalde Gimenez dijo que hara cumplir la ley y la bronca que se avecina sera con Obama, quien al mismo tiempo tiene sendas broncas en la Corte Suprema con Arizona y con docenas de estados respecto a su Obamacare, en la cual se encuentra la Florida.
El gobernador, que tiene relaciones con la compania Odebrecht, le dice que no utilizara recursos para procesarlo, pero al mismo tiempo le advierte que el condado Mami-Dade, con quien su compania tiene el mayor negocio, si puede quitarle hasta los contratos firmados.
Scott simplemente le esta tirando la carnada a Obama, por si sale reelecto, a defender la clausula de comercio del ejecutivo, que tanto dolor de cabeza le esta costando al candidato a presidente en su reeleccion, al mismo tiempo que le da al condado y a la ciudad la via para tal reto. El gobernador pudo negarse a firmar la ley abogando los mismos argumentos , sin embargo firmo la ley. ?La firmo para congraciarse con todos nuestros legisladores? No lo creo, de lo contrario no hubiese hecho tan cinicas aclaraciones que tanto ha alborotado a ciertos legisladores y hasta los medios de prensa.