19 de abril de 2024 12:12 PM

Deserta en Tampa otro alto funcionario de la dictadura cubana

 Uno fue un alto funcionario del gobierno cubano que manejó más de $700 millones en importaciones de Estados Unidos en solo un año desertó y se encuentra en Tampa, sumándose al hijo de un general de las fuerzas armadas cubanas y a  la hija del poderoso vicepresidente de la isla.

Los tres desertaron y pasaron a formar parte del poco conocido grupo de cubanos que se escapan del gobierno comunista y se establecen en Tampa, una ciudad con fuertes lazos históricos con la isla pero hoy en día con no mucha presencia del exilio cubano.

¿Por qué Tampa?   

Los nuevos deserterores prefieren a Tampa para estar lejos del exilio en MiamiClaramente, para evitar el fervor anticastrista de Miami, afirman analistas. Pero también debido a que es menos probable que los desertores sean reconocidos en las calles de Tampa y porque en Miami hay muchos agentes del FBI conocedores del tema cubano, y demasiados espías de Castro.

“Es indudable que ellos pueden tener un aterrizaje más suave en esta área”, comentó Ralph Fernández, abogado cubanoamericano de Tampa, quien dijo saber de cinco funcionarios del gobierno cubano de nivel medio a alto que viven en su ciudad y cuyas deserciones en los últimos meses no han sido divulgadas.

El abogado de inmigración de Miami Wilfredo Allen dijo que su oficina de Tampa había sido contactada por media docena de oficiales de las fuerzas armadas y funcionarios gubernamentales de Cuba de mediano nivel en busca de ayuda con su estatus legal durante los últimos tres años.

Fernández y otros cubanos de Tampa están de acuerdo en que el número total de desertores recientes que viven en la ciudad de 346,000 habitantes es alto pero imposible de conocer porque muchos de ellos están ocultos o mantienen un perfil discreto por razones diversas.

El ex capitán de fragata de la marina de guerra de Cuba Armelio Pavón, quien vive en Tampa desde que desertara en 1994, declaró que él escucha las mismas razones tanto de labios de desertores como de cubanos comunes y corrientes que han llegado recientemente a esa ciudad.

“Ellos dicen: ‘si me fui de Cuba, entonces ¿por qué seguir en el cubaneo que hay en Miami?’”, afirmó Pavón. “Ellos prefieren quedarse fuera de Miami, porque prefieren separarse de ese mejunje que a veces es Miami”.

Un ejemplo es Glenda Murillo, de 24 años, hija de Marino Murillo, vicepresidente cubano y miembro del Buró Político del Partido Comunista a cargo de las reformas económicas. Glenda desertó el mes pasado y se apareció en la casa de Tampa de una tía, Idania Díaz, quien dijo que la joven tiene un novio en Hialeah, pero que vivirán en Tampa “porque aquí es más tranquilo”.

Otros tienen razones más fuertes para mantenerse lejos de Miami, como es el caso del ex capitán del Ministerio del Interior que trabajaba en “Confrontación” —dedicada a la vigilancia de los disidentes— en una ciudad del interior de la isla, antes de desertar en el 2009. Vivió un año en Tampa y luego se mudó a Las Vegas.

“Mire, yo nunca le hice daño a nadie, nunca le pegué a nadie, nada. Pero a mí me conocen en ese pueblo como un oficial de ‘Confrontación’, y no quiero encontrarme con algún vecino en la Calle Ocho o Hialeah”, aseguró y pidió conservar el anonimato porque teme por su seguridad.

Fernández añadió que algunos de los desertores recientes podrían tener otras razones para tratar de vivir en secreto en Tampa y lejos de Miami, especialmente aquellos que pueden estar siendo buscados por agentes de la inteligencia cubana.

Pedro Alvarez, de 69 años, estaba siendo investigado en La Habana por cargos de corrupción cuando se convirtió en uno de los funcionarios más altos del gobierno que han desertado en los últimos años. Alvarez, de quien se reportó en febrero que estaba viviendo en Tampa, dirigía Alimport, la agencia del gobierno que importa alimentos, incluyendo productos de EEUU por valor de $711 millones en el 2008.

Pavón, considerado el oficial de más alto rango de la marina de guerra cubana que ha desertado, cree que hoy en día todavía hay espías cubanos en el sur de la Florida tratando de seguirle el rastro. Cuando su esposa visitó su pueblo natal en Cuba en el 2009, vecinos le advirtieron que agentes de la Seguridad del Estado estaban vigilándola.

En Miami hay demasiados agentes de inteligencia cubana a la caza de personas como Alvarez, dijo Fernández, y demasiados exiliados con tanto interés en hacer negocios con la isla que podrían ser tentados fácilmente a reportar a La Habana sobre cualquier recién llegado interesante.

Lo que es más, la oficina del FBI en Miami, la agencia a cargo de entrevistar a los desertores cubanos y de detectar espías, es reconocida como más experimentada en asuntos de la isla que la de Tampa, según analistas de la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos.

“El FBI en Miami es perspicaz, pero seco Pero también están bajo mucha presión debido a la gran presencia de la inteligencia cubana. El FBI en Tampa también es inteligente, pero más amistoso”, comentó un activista anticastrista en el sur de la Florida que ha lidiado con ambas oficinas sobre los desertores cubanos.

Desertores en Tampa y otras partes también tratan de mantener un perfil discreto porque su pertenencia en Cuba al Partido Comunista o la Unión de Jóvenes Comunistas, algunos cargos en el gobierno o parentesco con altos funcionarios del gobierno cubano podrían complicar su estatus migratorio en Estados Unidos, señaló Allen.

A los desertores se les pregunta sobre ese tipo de vínculos durante sus entrevistas iniciales con funcionarios de Aduana y Protección Fronteriza de EEUU. Puede que algunos no las revelen, por miedo a ser detenidos para ser interrogados más en detalle en vez de ser soltados de inmediato bajo libertad condicional. Pero las preguntas pueden volver a salir a flote cuando tratan de cambiar su estatus y convertirse en residentes de los Estados Unidos.

Allen dijo que tres recién llegados cubanos que viven en el área de Ft. Myers le pidieron consejo sobre su ajuste de estatus, pero no lo contrataron cuando empezó a hacer demasiadas preguntas sobre su pasado en Cuba.

Y si los desertores mantienen un perfil lo suficientemente discreto, y sobre todo si no hacen declaraciones públicas que contengan incluso la menor critica al gobierno cubano, podrían conseguir el permiso de La Habana para regresar a la isla a visitar a sus familias.

Pedro Alvarez y Glenda Murillo no han hecho declaraciones públicas. Tampoco Ernesto Andollo, el hijo de un importante general de las fuerzas armadas cubanas de quien se descubrió en julio que vivía en Tampa, luego que publicó en Facebook una foto de sí mismo “estrangulando” a una figura de cera de Fidel Castro.

También se ha reportado que en Tampa vive discretamente un sobrino de Ramón Castro, hermano mayor de Fidel y Raúl Castro. Un hermano de uno de los yernos de Raúl Castro y la ex novia de uno de los hijos de Fidel Castro viven más al sur, en Naples.

Aunque Tampa tiene una larga historia de vínculos con la isla que se remonta al siglo XIX y la industria del tabaco, la ciudad no tiene en la actualidad una presencia cubana muy marcada. El Censo del 2010 mostró que Tampa tenía unos 16,000 residentes, y el área metropolitana de la Bahía de Tampa unos 65,000, que se apuntaron como cubanos,

Tampa tiene avenidas llamadas Habana y República de Cuba, pero no un vecindario con tanta población cubana que se conozca como La Pequeña Habana.

Lo que sí tiene son dos importantes centros militares estadounidenses dentro de la Base de la Fuerza Aérea McDill, el Comando Central, a cargo de todas las operaciones en el Medio Oriente, incluyendo Irak y Afganistán; y el Comando de Operaciones Especiales, a cargo de todas las unidades de élite, incluyendo los equipos SEAL y los Boinas Verdes, en todas las partes del mundo.

Un funcionario de la administración de George W. Bush que recibía informes regulares sobre las operaciones de la inteligencia de Cuba dijo que esa era la razón por la cual las agencias estadounidenses de seguridad han estado particularmente preocupadas sobre la presencia de desertores de la isla en el área de Tampa.

“Cualquier aumento en el número de cubanos que vivan cerca de cualquier instalación militar estadounidense es una causa de preocupación”, comentó el funcionario, quien pidió no ser identificado, “especialmente si tenían puestos de alto nivel en el gobierno o si eran miembros del Partido [Comunista]”.

Casi 100 cubanos sospechosos fueron detectados estableciéndose cerca de instalaciones militares estadounidenses a fines de la década de 1990, agregó, y uno de ellos solicitó trabajo como controlador de tráfico aéreo en una base de la Fuerza Aérea en Carolina del Norte.

Uno de los cinco espías cubanos convictos en un juicio de Miami en el 2001, Ramón Labañino, estaba viviendo en Tampa y reportaba a La Habana sobre los aviones que aterrizaban y despegaban en McDill antes de ser transferido a Miami, según pruebas presentadas en el juicio. (El Nuevo Herald)

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