De acuerdo a la historia en 1571: El Rosario salvó a la Cristiandad en Lepanto
En el Siglo XVI, el poderío otomano amenazaba aniquilar y dominar la Europa cristiana. Confiando en la protección de Dios y María Santísima, el Papa San Pío V logró reunir una pequeña escuadra, con el apoyo de Felipe II de España, las Repúblicas de Venecia y Génova y del Reino de Nápoles, que obtuvo una aplastante victoria, en las aguas del golfo de Lepanto, el 7 de Octubre de 1571.
Algunos moros, tomados prisioneros, confesaron que una brillante y majestuosa Señora se había aparecido en el Cielo, amenazándolos e infundiéndoles tanto miedo que sucumbieron al pánico y huyeron.
Mientras tales prodigios ocurrían, la Cristiandad, a instancias del Papa, rogaba el auxilio de la Reina del Santísimo Rosario.
En Roma, el Papa San Pío V pidió a los fieles que redoblaran las oraciones. Las Cofradías del Rosario promovían procesiones y oraciones en las iglesias, suplicando la victoria de la armada católica.
El Pontífice, gran devoto del Rosario, en el momento en que ocurría el desenlace de la famosa batalla, tuvo una visión sobrenatural, en la cual tomó conocimiento de que la armada católica acababa de obtener una espectacular victoria. Inmediatamente, exultando de alegría se dirigió a sus acompañantes exclamando: “Vamos a agradecer a Jesucristo la victoria que acaba de conceder a nuestra escuadra”.
La milagrosa visión fue confirmada solo en la noche del 21 de Octubre (dos semanas después del acontecimiento) cuando, finalmente, el correo llegó a Roma con la noticia.
En memoria de la estupenda intervención de María Santísima, el Papa se dirigió en procesión a la Basílica de San Pedro, donde cantó el Te Deum Laudamus e introdujo la invocación Auxilio de los Cristianos en la Letanía de Nuestra Señora.
Y para perpetuar esa extraordinaria victoria fue instituida la fiesta de Nuestra Señora de la Victoria, que dos años más tarde, adoptó la denominación de fiesta de Nuestra Señora del Rosario, conmemorada por la Iglesia el 7 de Octubre de cada año.